Las pequeñas colisiones son, según destaca la patronal de las aseguradoras Unespa, un reflejo de la evolución económica de un país. En tiempos de bonanza crecen los desplazamientos por razones de trabajo y ocio, y eso se plasma en un aumento de la siniestralidad. En tiempos de recesión ocurre exactamente lo contrario porque la gente coge menos el coche.
Prueba de ello es que el año con más accidentes de tráfico leves atendidos fue 2007. Aquel ejercicio se produjeron 2,24 millones de colisiones. Una cifra que contrasta con los 1,73 millones de choques acaecidos, por ejemplo, en 2013. La diferencia entre un año de bonanza y otro de crisis supera el medio millón de colisiones con un parque móvil prácticamente idéntico en magnitud.
Entre 1999 y 2018 se han producido en España 37,8 millones de accidentes de tráfico leves, lo que implica unos 76 millones de vehículos con algún desperfecto. Así, de media, las aseguradoras (Sistema Cicos) tramita 5.168 expedientes cada día.
Mientras, en ese mismo periodo 1999-2018, el parque asegurado español se ha incrementado en casi un 50%, si bien no ha evolucionado siempre igual. Desde el inicio de la serie hasta 2007, la tendencia fue alcista. La crisis motivó, luego, un estancamiento del parque móvil que no recuperaría la senda ascendente hasta 2015.
En comparación, en esos mismos 20 años la evolución de los percances de tráfico ha sido dispar. Una mayor cantidad de vehículos en calles y carreteras no se ha traducido en un aumento automático de los golpes de chapa. Por el contrario, la senda de los percances de tráfico muestra subidas y bajadas que responden al contexto económico de cada momento.
¿Qué factores inciden en los accidentes leves de tráfico?
Si nos ponemos a pensar, el clima es, sin duda, un elemento con una incidencia decisiva en la probabilidad de que haya más o menos colisiones leves entre vehículos. Asimismo, la mayor actividad de los días laborales o lo disminución de dicha actividad en verano también repercuten en el número de accidentes leves de tráfico.
De esta forma, según Unespa, la cantidad de accidentes de tráfico leves es bastante estable a lo largo de un ejercicio, si bien en agosto la reducción del tráfico en las principales urbes españoles se traduce en una bajada significativa de las colisiones. El resto del año se produce una cantidad de accidentes proporcional al peso de cada mes (28, 30 o 31 días) en el conjunto del año.
Donde sí se percibe una estacionalidad clara en los accidentes de tráfico leves es a lo largo de la semana. Los días laborables son los más problemáticos para el tránsito rodado. En especial, los viernes. Los golpes de chapa caen con fuerza los sábados y tocan suelo en domingo.
Una curiosidad que demuestra la importancia del clima en la probabilidad de que haya más o menos colisiones leves entre vehículos: la fecha más problemática de los últimos 20 años para la seguridad vial fue el 9 de enero de 2009. Aquel día se produjeron 11.439 colisiones de vehículos en toda España. Es decir, un 121% más. ¿Cuál fue la razón?
Una gran nevada afectó a buena parte del país y, muy particularmente, a Madrid, el municipio de mayor población. El resto de días problemáticos de toda la serie histórica suelen coincidir con eventos similares. Así, el 8 de marzo de 2010 tuvieron lugar 9.648 choques leves. Buena parte se dieron en Barcelona, porque en aquellas fechas un temporal azotaba el noreste de España.
Menos días para resolver golpes de chapa
En el balance que realiza Unespa sobre los 25 años de la implantación de los convenios de indemnización directa por parte de la industria del seguro, la patronal de las aseguradoras señala que, en 1994, un coche permanecía en el taller de media 45 días para una reparación de chapa, mientras que, en la actualidad, este tiempo se ha reducido a menos de una semana, gracias, entre otras cosas a la implantación de este tipo de convenios.
Hasta mediados de los 90', recuerdan desde la entidad, cuando dos coches colisionaban, las aseguradoras procedían a aclarar cuáles habían sido las circunstancias del accidente con el fin de atribuir la culpa a uno u otro conductor y, por extensión, identificar qué compañía debía asumir el coste de la reparación. Entre medias, los clientes estaban un mes y medio sin su vehículo. Para agilizar los trámites, el seguro español puso en marcha los convenios de indemnización directa (CIDE y Ascide) en 1994.
De acuerdo con estos protocolos, la aseguradora "no culpable" asume los costes de reparación de su vehículo, aunque este no se encuentre asegurado a todo riesgo. Posteriormente, la compañía responsable del accidente (culpabilidad que ha sido determinada en aplicación de los protocolos) asume los gastos de esa reparación.
Para simplificar la gestión, el pago de las aseguradoras "culpables" a las entidades aseguradoras "no culpables", no se hace en función del coste real de las reparaciones asumidas, sino a través de módulos que reflejan el coste medio de un accidente. Estos módulos se liquidan desde hace un cuarto de siglo en una cámara de compensación que recibe el nombre de Sistema Cicos.
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