Una de las principales preocupaciones de cualquier gerente o responsable de taller es alcanzar la máxima rentabilidad del negocio. Esa que no siempre es sencillo de conseguir y que lleva años siendo el caballo de batalla del sector. Un sector, el del mantenimiento y reparación de vehículos, que ha visto cómo la rentabilidad de sus empresas no mejoraba a pesar de que la actividad iba en aumento.
Y es que la rentabilidad, obvio, es fundamental para la viabilidad financiera de un negocio o proyecto a medio o largo plazo. Y uno de los factores determinantes es conocer (y saber calcular) el umbral de rentabilidad del negocio (también conocido como punto muerto o punto de equilibrio (break-even point —BEP—, en inglés).
Esta variable económica determina el punto en el que los ingresos son iguales a los costes y por tanto cuándo el taller ni gana ni pierde dinero. A partir de ese estado, la venta de una unidad o servicio más generará beneficios para la empresa y, por ello, es uno de los indicadores más relevantes en el control de la viabilidad de negocios de empresas industriales y comerciales.
Además de tener claro desde qué momento un negocio es rentable, conocer el umbral de rentabilidad y su fórmula permite analizar la estructura de costes de la empresa. De este modo, el análisis y control del punto de equilibrio de un negocio es determinante, por ejemplo, para la fijación de precios y mejorar la rentabilidad de un negocio.
Cómo se calcula el umbral de rentabilidad
Al representar gráficamente el punto exacto en el que la empresa no obtiene ni beneficios ni pérdidas, es aquel donde confluyen las representaciones de sus costes (fijos y variables) e ingresos.
Como ya sabemos, los costes fijos son todos los gastos en los que incurre la empresa por realizar su actividad independientemente de lo producido o vendido. En esta categoría están, por ejemplo, el alquiler de un local o el salario de los trabajadores. Mientras, los costes variables son los gastos que derivan directamente de la actividad del taller (pago de suministros, compra de recambios, materiales…).
Por su parte, los ingresos vienen derivados del precio de venta y las unidades vendidas, la facturación de la empresa.
Estas tres variables determinan el cálculo del umbral de rentabilidad con una fórmula sencilla, donde el divisor, precio de venta – coste variable, también se denomina margen de contribución, y que debe cumplir siempre una premisa básica: ha de ser positivo para que esta diferencia pueda cubrir los costes fijos. De este modo:
Umbral de rentabilidad = coste fijo total / (precio de venta – coste variable)
Al existir costes fijos, se incurre en gastos con independencia de si producimos o no (como sucedió, por ejemplo, durante el estado de alarma en el que muchos talleres permanecieron cerrados). Por ello, en el nivel de no producción (0 en el eje X) ya hay gastos. Esta gráfica crece, además, a medida que producimos al ir sumando costes variables.
Por el contrario, los ingresos parten de cero (si no se produce o vende, no se genera beneficio) y crecen a medida que vamos facturando. Al ser el precio de venta más elevado que los costes variables, la pendiente de la gráfica es mayor. Gracias a esto, finalmente, los ingresos acaban cortando la línea de costes en el umbral de rentabilidad o break-even.
Cómo mejorar el punto de equilibrio
El objetivo de cualquier negocio con respecto a su umbral de rentabilidad es que sea el menor posible. Así se conseguirá no solo entrar en beneficios con menores unidades vendidas o servicios prestados, sino también se podrá disfrutar de mayor flexibilidad en los precios. Para ello, existen dos vías: aumentar precios o reducir costes.
Aumentar precios no es tan sencillo como parece y en muchas ocasiones es hasta contraproducente. En un entorno tan competitivo como el actual, una subida de precios puede conllevar menores ventas y con ello reducir los beneficios de la empresa.
Más complejo, pero con mejores resultados, es reducir costes. Muchas veces aumentar los volúmenes de producción o mejorar los procesos conlleva la rebaja de costes tanto fijos como variables. Una reducción de costes no solo implica ser más eficientes, sino que incluso permite la disminución de precios manteniendo el beneficio y ser más competitivos.
Ventajas y límites del umbral de rentabilidad
Si bien el umbral de rentabilidad es útil en mayor medida para las empresas industriales que producen y comercializan productos que para las que prestan servicios, para todas ellas es de especial utilidad para determinar el precio de nuestros productos o servicios.
En cualquier caso, el punto muerto no debe ser la única medida de la rentabilidad del taller, pues deben utilizarse además otras ratios. De este modo, el umbral de rentabilidad es una variable fundamental en el análisis de viabilidad de un negocio, pero debe ir acompañada de otros indicadores que permiten, por un lado, tener una visión más global y, por otro, tomar mejores decisiones.
En este sentido, los talleres que utilizan un sistema de gestión del negocio como el de CSS tienen la información necesaria para mejorar su umbral de rentabilidad tomando las decisiones adecuadas para prestar nuestros servicios de la forma más eficiente: con menos costes. No en vano, el DMS de CSS permite medir y conocer en tiempo real el desempeño de todas las áreas del negocio... y al detalle.
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